La JEFETITIS es como una epidemia laboral, muchos no se incapacitan pero se presentan a su trabajo dejando el alma en su casa…
Tal vez usted se pregunta, ¿Wagner, qué es esto de la jefetitis?, ¿de dónde salió ese padecimiento?, ¡Wagner, eso no puede existir!
Efectivamente la JEFETITIS no es un diagnóstico que podremos encontrar en el DSM V (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), sin embargo, en mi práctica profesional facilitando talleres, conferencias y team buildings en más de 250 empresas he podido verificar que es un padecimiento que afecta y lesiona el clima, la cultura y la salud organizacional, siendo una condición silenciosa pero de altísimo riesgo.
Es importante mencionar que esta condición que llamo JEFETITIS se manifiesta en los colaboradores no en las jefaturas, condición que puede ser identificada de manera rápida por medio de una serie de preguntas esenciales:
Cinco Preguntas Reveladoras
¿Es usted de las personas que espera constantemente el elogio, la felicitación y el reconocimiento de su jefatura inmediata?
¿Cuándo su jefe no le elogia eso le desmotiva?
¿Busca hacer su trabajo de la mejor forma no por profesionalismo y vocación sino porque exclusivamente necesita la aprobación de su jefe?
¿Le incomoda cuando su jefe felicita a otros menos a usted?
¿Cuando su jefe le hace una crítica respetuosa hacia su trabajo usted se siente desmotivado?
La Jefetitis es una condición donde se le traslada la responsabilidad absoluta de la motivación personal a la jefatura, por consiguiente la motivación se condiciona a su gestión.
Hagamos una diferencia
Hoy la gerencia moderna demanda en el gerente (aplica al jefe, supervisor, encargado) un kit de habilidades blandas que se relacionan con la inteligencia social y emocional y es aquí donde toma relevancia la competencia de reconocer y elogiar al equipo de trabajo, pues sabemos que esta práctica brinda un salario emocional y moral al colaborador promedio, afectando positivamente el ambiente laboral y su desempeño, sin embargo si es necesario hacer un cambio de paradigma que puede modificar la misma cultura organizacional. Este cambio nos invita a considerar la diferencia entre un motivo y un estímulo.
Mientras el motivo surge de adentro, el estímulo proviene de afuera.
La gran diferencia entre ambos conceptos radica en la responsabilidad de su manifestación, mientras el ser humano es responsable de su estado motivacional, el gerente, jefe, supervisor, encargado es responsable de ¨estimular¨ a su equipo y esta estimulación tiene relación con el elogio y el reconocimiento como factores potenciadores pero en todo momento son excluyentes, ya que usted puede ser un colaborador que alguien podría describir como ¨desmotivado¨ que aún así expuesto a un gerente, jefe, supervisor, encargado que estimula diariamente no tendrá un impacto significativo en su estado motivacional, aplicándose este principio también en el caso contrario, o sea, le pueden consideran a usted un colaborador ¨motivado¨ con un jefe que no le estimula en ningún sentido, lo cual indiscutiblemente no le podrá afectar su motivación pues la misma no depende del comportamiento de su superior.
La Triada de la Jefetitis
Esta condición nos invita a revisar tres aspectos:
1.Se le brinda al jefe un poder especial sobre el estado personal interno: Nunca le brinde poder a ningún externo sobre su estado emocional, eso es entregarle nuestra esencia, por tanto cada vez que su estado emocional está sujeto al comportamiento del otro en este caso el jefe, lo que usted hace es alimentar una relación de poder (relación asimétrica) donde coloca al otro en una posición de superioridad, cuyo mensaje es ¨carezco de lo que usted tiene¨, por favor ¨haga algo por mi¨.
2.Se da inicio a un juego psicológico de abastecimiento emocional: Las reservas emocionales y afectivas de un ser humano no pueden estar sujetas a segundas personas, no porque seamos seres autosuficientes, sino porque no podemos iniciar ciclos de dependencia emocional con los otros, lo cual sucede con las personas que presentan la condición de la JEFETITIS, pues condicionan su propia satisfacción, realización y felicidad laboral a partir de lo que el jefe hace por su persona.
3. La Jefetitis pone las bases para desarrollar el fenómeno del acoso laboral: Una vez que usted le entrega el poder y el abastecimiento afectivo a la jefatura, usted se coloca en un camino peligroso pues inicia el riesgo de desarrollar un ciclo de acoso laboral. En caso que usted esté expuesto a un jefe con rangos de personalidad agresiva, de manipulación, control, narcisismo, autoritarismo, entre otros, es muy fácil que así se manifieste el mobbing.
¿Cómo romper con la Jefetitis?
1. Asúmase como responsable de sus emociones, esto es un acto de madurez emocional.
2. Exprésele a su jefe su expectativa de reconocimiento, no como un elemento para nutrir su autoestima sino como una forma de humanizar el departamento.
3. Practique el auto-reconocimiento, es decir, felicítese por sus aportes, logros y avances. Se vale premiarse a si mismo.
4. Cacaraquee, es una frase coloquial que hace referencia a una estrategia a implementar en aquellas culturas enfocadas en resultados y no en las personas, lo cual permite que se puedan exponer aportes personales como una forma de validar el esfuerzo individual, sacando el aporte individual de la invisibilización, eso si asegúrese que la intención de cacaraquear no es alimentar el ego, sino que su intención es visibilizar los avances individuales.
5. Ajuste sus expectativas de estímulo, recuerde que tal vez su jefe no tiene un estilo de liderazgo que incluya la habilidad de brindar feedback positivo.
Trabajar con el alma es lo que hace que la experiencia sea motivadora.
Wagner Eduarte es licenciado en Psicología y licenciado en Administración de Empresas, es un reconocido conferencista, asesor, psico-terapeuta y bloguero. Si desea comunicarse con Wagner escribe al weduarte@grupocip.or